Algo falla cuando un país con 143.353 desaparecidos entre la Guerra Civil y los primeros años de franquismo (sin contar niños perdidos ni desaparecidos en combate) vende el posible hallazgo y desentierro de Miguel de Cervantes como un hito para la Historia de España. Algo falla cuando el gobierno del país con más muertos en fosas comunes después de Camboya sale en todos los medios poniéndose medallitas mientras en otros foros comentan que investigar el franquismo y darle un entierro digno a los asesinados por un golpe de estado fascista contra un régimen democrático como fue la II República es remover el pasado y reabrir viejas heridas ya cerradas.

Pues no, la herida no está cerrada. La herida está bien abierta y supura pus con olor a despachos del palacio de El Pardo. Esto es la España negra, la España que es capaz de priorizar y financiar la búsqueda del autor de El Quijote mientras escupe y desdeña al Foro por la Memoria Histórica. La España que realza los valores del Imperio Español mientras hijos y nietos llevan flores a una cuneta porque unos señores en traje dicen que es mejor que sus muertos estén ahí para que España no vuelva a dividirse. Los mismos señores que nunca criticarán, condenarán ni censurarán las procesiones de cada 20 de noviembre al Museo del Terror, conocido por el gran público como Valle de los Caídos.

También es cierto que, en este mundo de capitalismo caníbal donde el dinero prima sobre la dignidad de las personas, más aún si son anónimas como la mayoría de esos más de 140.000 desaparecidos, el hallazgo de Cervantes puede aportar infinitamente más beneficio económico que unos pobres asesinados anónimos no producen. Parece que ya puedo visualizar la venta de entradas para el museo monotemático del Manco de Lepanto con su respectivo merchandising cargado de llaveros e imanes para las neveras.

Todo resulta más inteligible cuando rascas un poco y te das cuenta de que, a diferencia de Alemania o Italia, nuestra Constitución, nuestra Carta Magna, la construyeron en cooperación con los mismos que habían dejado a tantos niños sin padre y a tantas madres sin hijos. ¿Se entendería que después de la caída del III Reich hubiesen consultado a Hermann Goering o a Rudolf Hess para construir un país democrático? Pues es lo que ocurrió en España. Y entendiendo esto, se entiende que el partido que ahora ostenta el poder sea descendiente político directo de los mismos que firmaban órdenes de ejecución hace no tanto tiempo. Como diría un amigo, si alguno de los ideólogos del “Alzamiento” de 1936 hubiese sido enterrado en una fosa común, haría ya tiempo que lo habrían recuperado y habrían convertido la fosa en un lugar de culto con su respectivo monumento conmemorativo. Enhorabuena a todo el equipo (historiadores, arqueólogos, forenses…) que ha recuperado los restos del escritor, han hecho un trabajo fantástico. A los políticos y otros engendros del periodismo que ahora se llenan la boca hablando de Historia de España… Mejor me detengo aquí.

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