1

Como el ciempiés se agarra a un ratón y lo va consumiendo gota a gota, hay algo agarrado a mis entrañas. Aprieta como un cangrejo. Como el cangrejo que va siempre hacia atrás, que siempre vuelve a por lo suyo, que no olvida.

No sé por dónde ha entrado esta vez, yo le eché y cerré las ventanas. Se llevó mi pelo y mi niñez se fue con él. Ahora aprieta con los ojos de Saturno devorando a su hijo. Ojos de agonía, de hambre, de lujuria; también de vergüenza. Me hinca las pinzas, los dientes, sus ojos se inflan regodeándose en mi cuerpo y yo voy sangrando con escozor gota gota por dentro y nadie lo ve; pero me dicen que estoy más guapo.

Por las noches me chilla como el octavo pasajero mientras araña la ventana. Yo me tapo las orejas, me tumbo en posición fetal y aprieto con todas mis fuerzas para asfixiarle y le doy alquitrán para que se muera, encías sangrantes, alquitrán en cuchara de madera.

Me va quitando la vida, me aprieta chupándome lo que me queda de sangre. Gota a gota como el ciempiés al ratón y entonces, solo entonces sé lo que puede sufrir una madre por su hijo: La vida desenfrenada, sin control, que crece en ti y te destruye.

2

Hay un hombre que mira tras la ventana. Golpea. Grita con la voz cosida. Hay un hombre que se moja tras la ventana. Capucha de llama con la voz dormida. “Soy el tiempo”, agónico grita con la voz cosida. «Soy el tiempo que se cansó de ser viento, de arrastrar, de morder. Aquí mi voz tranquila” Araña la ventana, uñas de acero. Araña y grita “En la vejez también hay vida” .

Hay un hombre que quiere romper la ventana. Se araña el pecho y escupe gatos por el ojo de la puerta. El tiempo escupe gatos desde fuera de la ventana. Me escondo en mi bolsillo, pero está lleno de sucias esquelas. Unas antiguas, otras sin esculpir y otras ya borradas. Los gatos saltan sobre mí y me arañan los ojos, las manos, me lamen pecho; otros se esconden en los cuadros y en mis odios. Otros se follan y gimen “Hay un hombre en la ventana que quiere que le abras. Aquí su voz tranquila” Arañan los gatos en las esquelas borradas

Hay un hombre en la ventana “Soy el tiempo” agónico grita con la voz cosida. «Soy el tiempo que se cansó de ser viento, de arrastrar, de morder. Aqui mi voz tranquila” No le abrais, es mentira.

En la vejez también hay vida para los buitres, para los gusanos, para la herencia de los hijos con alma desnutrida . No le abráis, es mentira

3

El otro día soñé que tenía miles de ojos de diferentes tamaños y colores por mi cuerpo. Pestañeaban solos y miraban a todas partes. Me moría de ganas de saber qué estaban viendo, cuando se excitaban, parpadeando rápido; aleteo de libélula. Miles de ojos que me daba miedo reventar como si fuesen unos granos de pus; y se dilataban sus pupilas y luego se centraban temblorosos como con pánico cuando les acercaba un dedo o la aguja o el fuego.

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