Las modas van y vienen, se olvidan o quedan, e incluso algunas permanecen para siempre, porque son eternas. Por ejemplo: las monedas: siempre y en cualquier lugar serán parecidas: redondeadas, brillantes y pequeñas. Hasta que desaparezcan. Nadie impuso nada, fue la mejor opción de ser moneda que le dio el ser humano. Es como al café, nadie le echa ni sal ni vinagre. O una vez y nunca más. Basta probar.

De igual manera, las personas, la música o la arquitectura van y vienen como las modas. Pero siempre algo queda: un amor que detiene el tiempo, una canción que nos emociona o una construcción que se mantiene siempre en pie. Los justos victoriosos.

O los lugares donde viajamos. Hace siglos los europeos querían ver América. Los ingleses, en el siglo XIX, iban a España a ver bandoleros andaluces y salvajes corridas de toros. Nuestros padres viajaron a Londres desde la España franquista para comprobar la libertad, o más allá del Telón de Acero para sentir el comunismo, a la búlgara Burgas por ejemplo, porque ir a Moscú era demasiado caro. Se viajaba por la curiosidad de ver otras modas, otras realidades, otras victorias, a veces mejores y a seguir, otras peores y a olvidar.

Pero el Telón de Acero cayó: no queda nada en la frontera que dividía a la italiana Gorizia de la eslovena Nova Gorica. La guerra fue hecha y acabada. No queda nadie en el cruce, el limite lo desdibujó el paso de las vidas, la música o la arquitectura. El paso de nuestra Historia.

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Telon de Acero

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Hoy, en el Sur de Europa, se vive otra realidad: el cansancio de la sociedad de tanta corrupción política: una moda a olvidar. Basta. Ejemplos sobran: en Grecia el ex ministro de Economía Giorgos Papacontantinou, en Italia el ex primer ministro Silvio Berlusconi, en España el ex presidente de Cataluña Jordi Puyol, en Portugal el ex primer ministro José Sócrates, entre tantos otros y cientos de acusados de corromperse en beneficio propio.

Por ello considero que Évora es hoy la ciudad de moda y a la que se debiera viajar para conocer. Al sur de Portugal, en la región del Alentejo, más allá del Tajo: la comunista Évora, por su alcalde del Partido Comunista. Allí está encarcelado el ex socialista José Sócrates, ex primer ministro portugués entre 2005 y 2011 acusado de blanqueamiento de capitales, corrupción y fraude fiscal. Allí duerme desde noviembre del año pasado. En una cárcel especial, concebida para ex miembros de las fuerzas de seguridad y militares. Allí espera al juicio final que establezca su pena. Dentro el almuerzo es entre las 11.30 y las 13.00, en una cárcel de muros blancos, pequeña y cercana a la facultad de Arquitectura de la ciudad. Allí fuimos a visitarle desde fuera: nosotros bajo el cielo, donde periodistas portugueses esperaban novedades y los ciudadanos se hacían fotografías para mostrar su rechazo y cierta satisfacción por el deber de la justicia al fin cumplido, al menos. Nunca antes un ex primer ministro fue encarcelado por corrupto en el Sur.

Una moda que debiera ser así: ese corrupto a la cárcel, porque es la mejor opción, pues nadie haría una tortilla de pan, porque lo que se lleva es el bocadillo de tortilla, que gusta mucho más.

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Fotos: Jesús J. Prensa.

1 y 3. Cárcel de Évora.

2. Pintada en la frontera entre Italia ( Gorizia ) y Eslovenia ( Nova Gorica ).

 

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