España, dentro de lo cabe con el abstencionismo normal de unas elecciones europeas, nos ha dado una lección democrática. Estamos hartos. Estamos hasta las narices del bipartidismo y se ha demostrado en estas elecciones donde, entre ambos, no suman ni el 50% de los votos. Hemos girado, aunque parezca mentira, hacia la izquierda. Hemos tomado el camino hacia la esperanza, hacia el pueblo, hacia los que apuestan por una democracia sana y no por mítines llenos de canapés y autobuses, pagados por los grandes partidos, a rebosar de jubilados. Hemos votado contra las mayorías que viven de lo que deciden unas minorías a los que poco o nada les importa lo que nos ocurra. Para ellos somos sobres con papeletas andantes cada vez que se convocan unas elecciones. No existe el factor humano cuando hay tantos millones de euros y tantos intereses de por medio.

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Se ha pegado un guantazo a la indecencia. Venderán esto como un triunfo, pero la realidad es que han perdido más de 5 millones de votos y, entre los dos, no suman ni el 50%. La realidad es que hemos comenzado a decir basta de forma oficial. Hemos comenzado a ser, por fin, la gente decente que está harta de que ser estafada con propaganda barata con la que engañan cada vez a menos gente. Hemos dado una bofetada brutal al bipartidismo y nos ha gustado, hemos sonreído al ver a las 12 de la noche que los de abajo estamos comenzando, por fin, a aglutinarnos en contra de los de arriba.

Mucha gente que, a pesar de no haber superado en votos a PP y PSOE, ha sentido que su elección, por primera vez, ha sido útil. Por las redes sociales se percibe que la batalla se ha saldado con victoria. Pero seamos realistas y dejémonos de infantilismos soñadores: la “guerra” acaba de comenzar, esto es solo el principio. Van a llover hostias de todos los colores, van a intentar deslegitimar el triunfo parcial de la decencia en España, van a acallarlo, van a decir que Podemos, IU y el resto son extrema izquierda, Hugo Chávez, Fidel Castro, Kim Jong-Un, ETA, demagogos, populistas, el partido nazi o una secta satánica. Cualquier cosa con tal de no sacar a relucir sus propias miserias, de asumir su fracaso como idea de hacer política de forma elitista, a base de castas que recuerdan más a los nobles de la Edad Media que a personas de a pie. Intentarán hacernos ver que solo con ellos es posible la estabilidad, cuando son los que han conseguido la mayor inestabilidad política, económica y social que se recuerda en varias décadas. ¿Habrán entendido el mensaje los dos grandes partidos? La pregunta con el PP casi ofende pero ¿y el PSOE? ¿Será capaz de dar un golpe de timón hacia la izquierda antes de terminar de desmoronarse o ya es tarde para limpiezas y parches? El voto de castigo a los populares ha sido por abstención, el de los socialistas se ha fugado a otros partidos que, a día de hoy, sí representan en mayor medida a la izquierda, al socialismo, a la democracia y a una forma diferente y cercana de hacer política.

Para finalizar, es inapelable que el “tío de la coleta” ha superado a Rosa Díez sin estar financiado por un banco, sin mandar sobres casa por casa; ha superado en campaña al exministro de Agricultura, que vive de las empresas hidroeléctricas, y a la telefonista que no se sacaba la carrera porque se aburría. Ha usado los medios de comunicación en su favor, ha hecho llegar un mensaje de decencia, una arenga al despertar como ciudadanos que estamos perdiendo la democracia. Han hecho historia en cuatro meses, ahora solo queda que respondan tal y como esperamos de ellos y del resto de partidos de las minorías que representan a mayorías y no las mayorías que son representados por una minoría de casta. Les llamarán populistas, pero populismo es ofrecer un discurso que quiere oír la gente sin proponer nada y, amigos, Podemos ofrece mucho más a nivel democrático que el resto. Se ha percibido a España como un oasis; mientras en el resto de Europa la extrema derecha sigue creciendo a pasos agigantados, aquí VOX no consiguió sacar ni un eurodiputado. Hemos permanecido firmes, como la célebre aldea gala de Astérix. España, al menos ayer, se llenó de esperanza sin necesidad de votar a nazis. Solo falta esperar que los que han llegado estén a la altura y no sean engullidos por este sistema depredador. Prepárense, que el Imperio ya mismo contraataca.

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