Los datos se han convertido en algo más que mera información ¿Qué hay detrás? El periodismo actual está experimentando el auge del periodismo de datos, un término que cada vez oiremos más y se hará más familiar. Aunque hay profesionales de la información que hace tiempo que trabajan en este campo, todavía hay quien se pregunta ¿Qué es periodismo de datos? ¿Qué son estos datos? ¿Qué papel tiene esta corriente periodística? ¿Para qué sirven la estadísticas? ¿Cómo se utilizan?
Las infografías y cuadros estadísticos que a día de hoy se ven en las páginas de los periódicos tienen precedentes bastante alejados en el tiempo. Aunque parezca un fenómeno actual, el periodismo de datos cuenta con dos siglos de vida. Ya fueron muestras de esta corriente los informes estadísticos recogidos durante la campaña en Rusia de Napoleón o el mapa de la propagación del cólera en 1854. Cien años después, en 1952, la televisión estadounidense CBS utilizó por primera vez el periodismo asistido por ordenador para predecir los resultados de las elecciones presidenciales. Esa iniciativa televisiva se podría considerar como el verdadero punto de inflexión para esta manera de entender la comunicación. Fue un salto, el inicio del periodismo de datos moderno. Pero habría que esperar 50 años más para que el programador Adrian Holovaty escribiera el texto que a día de hoy es considerado como manifiesto fundacional de esta corriente, el artículo “Las claves que los diarios digitales deben cambiar”, firmado en septiembre de 2006.
En 2010, la importancia en el manejo periodístico de los datos cobró especial relevancia cuando Wikileaks liberó uno 90.000 documentos confidenciales acerca de la guerra de Afganistán. Después se publicarían más telegramas entre las embajadas estadounidenses de contenido espinoso. El australiano Julian Assange, el impulsor de esta iniciativa, siempre ha defendido su actividad en pro de la transparencia ante los que le han acusado de poner en peligro la seguridad de EE UU y sus ciudadanos. En busca y captura por la justicia sueca, que le imputa una presunta violación, Assange vive recluido en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012. El escándalo sexual del que se le acusa ha sido denunciado por sus seguidores como una supuesta estrategia de la administración Obama para extraditarle de Suecia a EE UU, donde la cadena perpetua y la pena de muerte están en vigor en la mayoría de sus estados. Tras la publicación masiva de mensajes internos del gobierno estadounidense, que desvelaban las triquiñuelas de una política exterior que no dejaba en buen lugar a muchos de sus aliados en la OTAN, más de una voz reclamó que esas informaciones debían ser interpretadas y filtradas por la mano del periodismo para tener un alcance más global.
Según Daniele Grasso, periodista italiano que trabaja como redactor en El Confidencial, el nuevo auge que vive el periodismo de datos se debe a que hace años “se perdió la transparencia de la fuente”. “Con la tecnología actual, si se saben manejar los datos se pueden hacer proyectos muy interesantes. Siempre ha habido datos, pero ahora se saben tratar mejor y con mejores herramientas”, comenta Di Grasso.
Como afirma el periodista transalpino, para él el periodismo de datos “ya no es el futuro, es el presente”. “The Guardian, The New York Times y The Washington Post” ya lo han incluido en su manera de trabajar”, remacha. La ventaja de este tipo de periodismo es poder ir hasta el fondo de las cuestiones que se tratan. Un ejemplo es el proyecto Quién Manda de la Fundación Civio. También hay proyectos dedicados a la liberación de datos como Tu derecho a saber o Pro Bono Público.
Las empresas que se dedican a proveer de big data a los medios también van apareciendo. El periodista Eduard Martín-Borregón es fundador de Data’n’Press. Sus socios en esta iniciativa pionera en Catalunya son su hermano David, ingeniero superior de Telecomunicaciones, y el informático Arnau Udina. Ellos son precisamente los que diseñaron el pasado 25-M la completa aplicación que ofreció El Confidencial a sus lectores durante el escrutinio de las Elecciones Europeas. Además, son verdaderos analistas del Twitter: en su web www.twitterencatala.org realizan estudios sobre las tendencias y mensajes, sobre todo de carácter político y social, de los internatuas catalanoparlantes. Ese torrente de datos que canaliza Data’n’Press es «imprescindible» para Grasso. «Los necesitas para contar una historia o encontrar el titular adecuado».
“Son justamente esas estadísticas las que ayudan a confirmar una realidad, como por ejemplo el aumento de muertes de inmigrantes en las vallas fronterizas de Grecia o Melilla, o la cantidad de deuda de los municipios españoles”, confirma el italiano. En el caso de la inmigración, estas cifras han servido para desmentir las afirmaciones de Eurosur. El sistema de vigilancia de fronteras de la Unión Europea sostenía que las alambradas fronterizas “servían para proteger vidas”, cuando en realidad sucede lo contrario: las sesgan. “Y en el caso de la deuda, conocer los números rojos de los ayuntamientos españoles ha sido necesario para destapar un tema del cual se habla poco”, profundiza Daniele Grasso, que apostilla: “Los datos no son sólo números, también personas, y las relaciones que hay establecidas entre ellas”.
“Una de las taras del periodismo de datos, es hacer entendible estos datos al lector”, especifica Martín-Borregón, “hay que procesar la información para que llegue al conocimiento” del ciudadano de a pie. Otro asunto importante es la procedencia de la fuente estadística. La mayoría de los datos con los que se trabaja en España vienen directamente del Boletín Oficial del Estado o de las publicaciones institucionales de organismos como Hacienda, entre otros.
Como recalcaba Martín-Borregón, antes de llegar al lector, “esas estadísticas se han de limpiar”, ya que a veces están presentadas en formatos no apropiados para el gran público o, directamente, mal estructurados. El trabajo del periodista es justamente el de organizar y limpiar la información, para luego interpretarla y hacer estadísticas. El rigor de la información y de los datos reside en esa tarea previa de limpieza. En una frase, traducir el mensaje codificado que al ciudadano le llega por unos organismos públicos bastante faltos de transparencia.
Ese es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el periodismo que se basa principalmente en datos para sustentar sus informaciones. El gran reto diario es darle la vuelta a la situación: a partir de los datos que se facilitan desde un ayuntamiento o gobierno regional con un simple PDF, el periodista tiene la capacidad de ampliarlos antes de hacerlos públicos de una manera más entendible y transparente. “El periodismo es un servicio público, algo que hemos olvidado”, opina Grasso.
La estadística es material manipulable. Un ejemplo perfecto lo ve el lector en las “peleas de datos” que hay entre políticos, sindicatos y policía cuando se producen manifestaciones o elecciones, donde nadie pierde a no ser que el batacazo en las urnas haya sido de campeonato. Pero con el periodismo de datos, se arroja un poco más de luz sobre estos asuntos y permite a los medios gozar de una cierta objetividad, siempre que no se manipulen o falseen los datos.
En definitiva, al periodismo de datos se llega mezclando análisis, investigación, profundidad y precisión, justo lo que se echa en falta en unas redacciones donde cada día faltan más periodistas por culpa de los recortes en las plantillas. Los temas se trabajan de forma superficial y, en muchas ocasiones, el trabajo consiste apenas en volcar en las páginas del periódico los números que aparecen en los comunicados oficiales que emiten los gabinetes de prensa de los partidos políticos. Contextualizar esa información es la tarea pendiente a acometer. A ella se dedican periodistas como Grasso, consciente de que esta clase de información permite una mayor transparencia y acceso a los datos por parte del ciudadano. “Analizando cifras siempre te encuentras con alguna sorpresa. Son parte fundamental en el periodismo”, concluye el redactor de El Confidencial.