Hay canciones que vinieron al mundo para quedarse. Melodías imposibles surgidas de algún lugar, casi siempre oscuro. A estas alturas del siglo XXI, es difícil afirmar sin sonrojarse que estas canciones provienen del alma. Pero soy de esos que piensan  que ésta es nuestra fuente de alegrías y tristezas. El lugar del que parten las emociones, el centro en el que conviven los enigmas y secretos del ser humano. Después, la ciencia se encarga de tirar cualquier teoría por tierra. Cuerpo y mente obedecen a patrones y comportamientos. Somos pura química. Estamos presos de las segregaciones del hipotálamo y compañía. En medio de esa encrucijada se baten las fuerzas del artista.
Brian Wilson es un chico de California que escribe las canciones más sofisticadas y emocionantes de la costa este de los Estados Unidos en los años 60. En la película Love&Mercy (2015) he vuelto a ver algo que me fascina, el músico en pleno proceso creativo. Como si teniendo acceso a esos momentos uno fuera a contagiarse o a aprehender esa gracia –es aquí cuando pienso en el alma- o esa fórmula –nunca la hay- con la que se crean las grandes obras.  En la película, uno de los músicos del estudio se lo comenta a Brian en plena grabación del Pet Sounds (1966): “tienes un don”. Y ese don es el de crear armonías que parecen proceder de otro planeta. Una música con la que Brian alcanza lugares hasta ahora inexplorados. Love&Mercy refleja la etapa en la que el artista californiano ha dejado de salir de gira con The Beach Boys. Una banda que se ha convertido en su lastre y su salvavidas. Ahora el hogar es el refugio donde esculpir las nuevas canciones.
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Pet Sounds está creado con la delicadeza del orfebre y la sutilidad de los bellos caprichos. Es un disco armónico, triste pero vital, complejo, desasosegante por momentos. Icónico. Ya no son las olas y el buen rollo, ahora es el sol errando en el moribundo verano. La instrumentación, los arreglos, los sonidos de animales, la experimentación a la que se someten las canciones, siempre bajo la supervisión alucinada de Brian, convierten este disco en una obra única. Interpretado de manera excelente por el actor Paul Dano, el enigmático compositor atrapa las cientos de líneas melódicas que se cuelan por su oído sordo, fruto de las palizas que le propinaba su padre. Persigue los ritmos hasta domarlos y mecerlos a su tempo. Y como el poeta que es, escribe las letras más dulces y más amargas. Brian es un genio, no hay duda, y como tal, el precio a pagar es alto: la locura. En Love&Mercy vemos al genio y al loco. Una fórmula morbosa que emociona y apena. Su director, Bill Pohlad, ahorra al espectador las grandes ingestas de alcohol, drogas y comida a las que Brian se someterá. Pero las deja entrever.
Love&Mercy se desarrolla en dos líneas temporales diferentes. Si Paul Dano es el Brian del Pet Sounds, John Cusack encarna al Brian adulto y esquizofrénico. Un hombre con alma de niño, sensible y manipulable. A esta orilla de la locura y del tiempo, el artista conoce a Melinda Ledbetter. Al principio esta vendedora de cadillacs, rubia y modelo venida a menos, no parece que vaya a hacer gran cosa,  pero su amor por Brian y su valentía salvan al compositor de God Only Knows de las garras del Dr. Eugene Landy, un psiquiatra manipulador y sin escrúpulos interpretado por Paul Giamatti. Este psicoterapeuta está más cerca de las prácticas esclavistas que de las médicas. A lo que se suma un padre tirano, una madre alcohólica, unos hermanos pusilánimes y un primo, Mike Love, demasiado preocupado por seguir practicando la fórmula musical de éxito. Melinda es una heroína en un mundo de villanos.
Si Pet Sounds es un gran disco es sólo gracias a la confianza que Brian tuvo en sí mismo. Una facultad que mermó hasta convertirlo en una persona temerosa. En Love&Mercy se puede apreciar el empeño de padre y primo por tumbar canciones y letras del disco. Un avaro y un melindroso queriendo controlar el talento del genio. La mediocridad frente a la grandeza.
Rubber Soul (1965) fue el disco que motivó a Brian a superar a los chicos de Liverpool. Más tarde, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Smile (1967) fue la contestación a este diálogo de rivalidad musical. En esta dialéctica, Brian se queda solo frente a The Beatles. Smiley Smile (1967) fue el siguiente trabajo de The Beach Boys, en este caso, la nostalgia ramplona del primo Mike se impuso. Love&Mercy muestra la lucha del artista en un medio hostil, los juegos de intereses y de fuerzas que articulan una banda de pop, y el peregrinaje de Brian hacia la enfermedad. Bill Pohlad nos devuelve a través de imágenes la música de Pet Sounds, y, de paso, pone en bandeja celuloide el alma de Brian Wilson.
Más información del autor en Twitter @cercodavid

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