Fotografía: Ministerio de Cultura argentino
No he leído hasta ahora nada sobre la guerra civil podemita tan crudo como la columna que firma Fernández Liria en Cuartopoder. La razón es clara: no se carga de verdades absolutas y pinta la situación del partido como, quien escribe cree que, es la vida: una mezcla de paradojas, pasiones y sentimientos contradictorios, una verdad compuesta de múltiples verdades que acaban dibujando un todo aunque choquen entre ellas.
Le compro a Fernández Liria que el errejonismo no es un nido de querubines indefensos e inofensivos. Para muestra las jugadas sucias que tienen en su historial para colocar a sus afines en algunos puestos clave del partido. Esos chicos tienen colmillos afilados debajo del chupete socialdemócrata. Y, también, que el discurso facilón de la centralidad del tablero y el fin de las ideologías descafeinaron a Podemos hasta límites intolerables para un partido que quiere ocupar el espacio histórico del PSOE. Populismo del malo, que corearía Ignatius Farray.
En la polémica sobre si poner Vetusta Morla o Víctor Jara en los mítines quedan bien reflejadas las dos almas/estrategias de un partido lleno de politólogos que dan la sensación de haber leído muy poca Historia. O de haberla leído mal. O de excitarse, algunos, con la eliminación total del hereje, como si fueran guerrilleros del PSUC más pendientes de cargarse a los trotskistas del POUM que de evitar que los tanques franquistas se pasearan por la Diagonal.
En el famoso entorno de Pablo Iglesias deben estar los seres más mezquinos y mediocres del partido, pero creo que ni unos ni otros han entendido que el enemigo real es el PP, aunque mediáticamente parezca que los de Iglesias lo han entendido todavía menos que los de Errejón. Los pablistas están obcecados con pasokizar al PSOE sorpasso mediante. Los errejonistas quieren diluir a IU en el ácido sulfúrico de la gran confluencia. Sin pactos con los socialistas no habrá a medio plazo un podemita en La Moncloa, donde Rajoy sigue desorinándose mientras ve en La Sexta a Ferreras hacer más periodismo con esta telenovela morada, a no ser que Susana Díaz acabe de dinamitar el PSOE. Con miedo a que la gente te identifique con cualquier cosa que huela a izquierda no habrá nunca cambios reales en España si tocan poder.
A Podemos le han disparado con balas de cañón desde que apareció hace tres años, pero las peores heridas se las están causando ellos mismos. Las disputas internas pueden convertir el partido morado en el partido amoratado. Y, pese a todo, lo que más me preocupa es que Alba Rico, Alegre y el propio Fernández Liria sean filósofos. Porque está visto que cuando los burócratas entran por la puerta, la filosofía salta por la ventana y ya nada vale la pena.