En esta segunda parte comentaremos los aspectos más relevantes en lo que se refiere al cautiverio de los presos de Tecoaque, los ritos a los que fueron sometidos y los sacrificios humanos que acabaron con sus vidas, intentando exponer de la mejor manera posible el porqué de los mismos, intentando dar una explicación a la visión que tenían los propios mexicas sobre los ritos del sacrificio humano.

Los antiguos dioses aztecas eran encarnaciones de las fuerzas de la naturaleza, eran demoníacos, terribles, crueles, nefastos y destructores como los elementos naturales. En su carácter pavoroso se muestran grandes, sublimes y extraordinarios, pero no debían ser “hermosos” o “bellos”, porque su imagen divina no debía provocar sentimientos estéticos, su destino era provocar en la entraña espiritual de la emoción religiosa, esa profunda entrega a ellos, que lleva al sacrificio de la propia vida y al regalo del cuerpo y de la sangre del hombre. En Mesoamérica, el sacrificio humano fue una manera de muerte ritual que permitía mantener la vida y prolongarla después de la muerte, y tener la impresión de controlar un universo que se percibía como inestable. Un aspecto que nos ha llamado la atención ha sido el comprobar que los mexicas se presentan como si no tuvieran culpa alguna sobre el constante caos del universo, los impíos, los culpables son sus enemigos. Los mexicas eran los elegidos, los autoproclamados mesías de la América pre-hispánica.

 Dios de la guerra Azteca

Imagen: Huitzilopochtli, dios de la guerra azteca

Por otro lado, a la hora de sacrificar, el preso adoptaba la forma del dios al que se le ofrecía porque, para los mexicas, el dios debía morir para resucitar y así reanudar con más fuerza su labor y mantener el equilibrio del cosmos. Este pensamiento lo observamos en el mito del Sol y la Luna, donde dos dioses se inmolan para crear a los dos cuerpos celestes, por eso la importancia de la muerte y resurrección de los dioses, para mantener al mundo alejado del apocalipsis, la sangre era el agua de los dioses. Alejémonos de la barbarie a la que continuamente se han visto expuestos los mexicas durante toda la historiografía moderna y contemporánea, hay algo más allá que puro salvajismo en todos estos ritos. Es la escenificación del ciclo de la vida y la muerte, del volver a nacer para ser más fuertes.

Ciñéndonos al yacimiento de Zultépec-Tecoaque vamos a intentar reconstruir las escenas que posiblemente vivieron los españoles, sus aliados indios y africanos que fueron capturados en este enclave.

Sabemos que fueron sacrificados en diferentes ritos, pero claro, no los sacrificaron instantáneamente después de capturarlos, estuvieron en cautiverio. La mayoría de los presos procedían de las Guerras Floridas (si bien no son las mismas circunstancias, sí que es el mismo sistema de cautiverio). Después eran remitidos a las comunidades provinciales o a la capital, donde se les confinaba en jaulas de madera hasta su inmolación en el templo-pirámide a manos de los sacerdotes. En dichas jaulas se les trataba dependiendo del tipo de sacrificio al que iban a someter al preso. Por ejemplo, para los sacrificios relacionados con la agricultura y la fertilidad los presos eran, literalmente, cebados. Esta forma de engordar podemos incluso relacionarla con las figuras antiguas, en las que observamos que la mujer oronda era símbolo de fertilidad, visibles también en las antiguas culturas europeas.

Una vez sobrealimentados y preparados para el ritual nos surge una pregunta: ¿Los presos obedecían todos los rituales de manera voluntaria o eran inducidos a ellos por medio de alguna droga? La respuesta la podemos encontrar en el mismo hecho de que la zona en la cual encontramos el yacimiento de Zultépec-Tecoaque, tal y como indica el arqueólogo descubridor del yacimiento, Enrique Martínez Vargas, es una rica zona de producción de maguey y de pulque. Se sabe por diferentes estudios, que el pulque era mezclado por los chamanes y sacerdotes con hierbas para provocar diversos estados alterados en sus cuerpos, desde relajantes hasta alucinógenos; vamos a intentar desentrañar lo que, a nuestro parecer, después de estudiar varios artículos de plantas psicoactivas, era la forma de proceder a la hora de “ayudar” al preso a que contribuyera con el ritual previo al sacrificio.

PeyoteSe sabe, por ejemplo, que el peyote es una planta estrechamente relacionada con los rituales de sacrificios aztecas. El peyote es un cactus del cual se extrae una sustancia alucinógena. Es una de las plantas sagradas por excelencia, cuyos efectos pueden hacer creer al consumidor encontrarse en una realidad completamente diferente a la que está. También tenemos, por otro lado, plantas delirógenas como son el toloache o la mandrágora son plantas de efectos potentes que nublan la vista y disminuyen la conciencia. En dosis medidas a conciencia, puede provocar alucinaciones y desorientación. Se sabe que los antiguos mexicas usaban estas plantas en rituales, por lo que no sería de extrañar que también fuesen empleadas con los cautivos españoles y sus aliados, más aun teniendo en cuenta que para estos “nuevos cautivos” según los mexicas, morir sacrificado no era un honor, como podía ser para los presos en las Guerras Floridas. Muchos de estos presos se opondrían con todas sus fuerzas a que su vida acabara en un altar pagano con el corazón ofrecido a unos dioses desconocidos y el resto de su cuerpo ingerido por unos “salvajes”.

Una vez desgranado el proceso de cautiverio, vamos a intentar recomponer los diferentes ritos que, parece ser, se llevaron a cabo en este yacimiento contra los españoles y sus aliados. En la excavación, lo primero que observamos son los catorce cráneos perforados, formando un conjunto que en náhuatl se denomina tzompantli, que traducido quiere decir “hilera de cráneos”. Este tipo de ritual con los cráneos humanos espantó terriblemente a los conquistadores. Estos cráneos son siete hombres y siete mujeres de diversas etnias como; españoles, africanos y aliados mesoamericanos de los conquistadores. Se puede afirmar lo anterior ya que en el yacimiento tenemos presentes diversos objetos de origen europeo, como por ejemplo espadas, botones o bridas de caballos. Después de exponer los cráneos, estos fueron enterrados con diversos elementos que parecen ser muestran, tal y como dice Martínez Vargas, la celebración del xiuhmolpilli o “atado de años”, un ritual que se realizaba al concluir el ciclo de 52 años, que para los mexicas era el fin de una era y el comienzo de otra. Pero ¿qué rito se usó con estos catorce sacrificados? Estudiando el tema y observando el calendario azteca (los cautivos, según las crónicas fueron sacrificados de junio de 1520 a enero de 1521), parece que fueron sacrificios relacionados con la agricultura, en el caso de las mujeres, en un ritual que se conoce como Ochpaniztli. En este ritual se sacrificaba en honor a las deidades Toci, Teteo Innan y Chicomecoàtl, las dos figuras más representativas junto a Tláloc, de la fertilidad y las lluvias. En estos rituales, se usaba la extracción del corazón y posteriormente la decapitación. Hay otro rito que también pudieron sufrir estas catorce personas y que citaremos brevemente como es el rito de Huey tecuílbuitl en honor a Xilonen, dios del maíz. En el caso de los hombres parece que corresponde a la fiesta conocida como panquetzaliztli, que honraban al dios de la guerra, Huitzilopochtli. Pero ¿Por qué este orden en los ritos? ¿No es menos doloroso y más rápido arrancar la cabeza y posteriormente extraer el corazón? La respuesta después de estudiar el caso es clara: los mexicas no tenían herramientas o armas preparadas para separar el tronco de la cabeza de un solo tajo, por eso este orden.

calabera

Imagen: tzompantli de Tecoaque

Por otro lado, tenemos la presencia de aproximadamente 170 esqueletos humanos en la plaza superior, localizada al sur del templo principal. Dentro de una gruesa capa de fina ceniza, se localizó una serie de grupos de enterramientos. En éstos, algunos de los sacrificados, posiblemente a los que se consideraron más valientes, se les colocó en la boca una cuenta de piedra verde, después de haberles extraído el corazón, el cual fue ofrecido al Sol para mantener el orden cosmológico. Después de un estudio se determinó que se llevaran a cabo varios tipos de ritual: decapitación, desmembramiento, mutilación, cremación, cocción, desnucamiento y desollamiento.

Se sabe que en un mismo rito, podían darse varios de los sistemas expuestos anteriormente, así que no es de extrañar que un 99,8% de los esqueletos presenten síntomas de extracción del corazón, decapitación, desmembramiento y por último cocción. También gracias a las marcas de corte, sabemos que muchos de ellos fueron desollados.

Nosotros nos centramos sobretodo en el desuello y en la cocción, que son los elementos que más llaman la atención en este yacimiento. El acto de desollar a las víctimas y vestirse los sacerdotes con su piel, simbolizaba el hecho mágico del renacimiento del dios. En el caso de los esclavos, como es el de este yacimiento, los cautivos se convertían temporalmente en teoixiptla, imágenes vivas de los dioses como ya hemos mencionado anteriormente. Estos ritos de desuello eran usados sobre todo en los ritos de fertilidad y agricultura, de los que ya hemos hablado. La práctica de desollamiento también está confirmada por Bernal Díaz del Castillo que en sus crónicas dice: “(…) dos caras que habían desollado, y adobado los cueros como pellejos de guantes, y las tenían con las barbas puestas y ofrecidas en unos de sus altares”

Con esto podemos deducir (si creemos a Bernal, hay que andar con cuidado) que tenemos un claro ejemplo de aprovechamiento de los restos humanos. De esta “reutilización” de restos humanos sacrificados, tenemos varios ejemplos por toda Mesoamérica desde tiempos remotos. Sabemos que con los huesos se hacían ornamentos, cuencos o incluso flautas, también que en el caso de la muerte por sacrificio, el cuerpo puede ser procesado de diferentes maneras tal y como expone Jorge Arturo Talavera González en El aprovechamiento del cuerpo humano en el México prehispánico. Tenemos el siguiente esquema:

Decapitación y desarticulación: Las partes del cuerpo se sepultaban en el interior de edificios religiosos (caso de los tzompantli de este yacimiento).

Desollamiento: La piel era guardada, curtida o sin curtir, para confeccionar trajes que vestían los sacerdotes en ciertas festividades, como por ejemplo el culto a Toci o a Xipe Tótec.

Ingestión ritual: (Este tema se tratará en el siguiente capítulo)

Cremación: Se desarticulaban algunos de los miembros inferiores o superiores que, con y sin músculo, fueron cremados a diferentes temperaturas junto con objetos de arcilla, piedra y concha, para diversas peticiones de mantenimiento a los dioses.

Descarnamiento: Se seleccionaban ciertas partes para manufacturar herramientas y ornatos por medio de diferentes técnicas, con variadas herramientas de piedra.

Sacrificio mix

Como elemento curioso podemos observar que los animales que llevaban los españoles y sus aliados y que no eran autóctonos de Mesoamérica también fueron sacrificados a los dioses aztecas. Posiblemente les impactó ver a estos animales desconocidos y exóticos para ellos (en las crónicas, en varias ocasiones se nos habla de que los caballos causaron gran impacto en las civilizaciones prehispánicas). Es por este motivo por el que posiblemente también fueron sacrificados a sus dioses. Se han encontrado cerdos, vacas, caballos, cabras y perros. Un estudio del Dr. Raúl Valdés Azúa del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, concluyó que se les dio tratamiento ritual, ya que también fueron sacrificados y colocados en contextos ceremoniales, y en algunos de ellos se observan huellas de que fueron comidos como parte del protocolo. Pero dentro del caso de estos animales, hay un tratamiento que sorprende, el que recibieron los cerdos: fueron inhumados completos después de haber sido sacrificados y se les ofrendaron vasijas con diseños simbólicos que contenían alimentos, esto muestra el respeto que se les tenía por el mero hecho de ser desconocidos para ellos.

Para finalizar, como elementos materiales se han encontrado braseros ceremoniales asociados a la guerra y al sacrificio humano, piezas ceremoniales como la citada anteriormente para la celebración del “atado de años”, un cuchillo de obsidiana con el que se cree que se realizaron los sacrificios y el elemento más sorprendente es una caja de piedra hallada hace poco con el glifo 4 pedernal (nahui técpatl), que parece que era usada para guardar el corazón de las víctimas del sacrificio. A parte de estos elementos rituales, se han encontrado elementos ya citados anteriormente, como bridas de caballos, botones, etc.

Sobre el controvertido tema de si los sacrificados fueron ingeridos o no, hablaremos en el siguiente capítulo.

 

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