La Historia, con el inflexible paso del tiempo, tiene el curioso efecto de dejar relegados en el camino a algunos de sus personajes mas relevantes, permitiendo que el tiempo y el olvido cubran de sombras sus vidas. Si pretendemos hilar más fino y, en particular, nos centramos en el caso de las mujeres, su sexo y condición suelen agudizar estos olvidos. Me gustaría empezar con este artículo una serie de textos en los que trataremos de recordar a algunas de estas grandes mujeres cuyo saber y obra, si bien han sido prácticamente borrado de la Historia, continúan viviendo en el subconsciente del saber colectivo.

Me permitirán que empiece este repaso, por antigüedad y méritos propios, con Safo de Lesbos, poetisa griega que en vida fue honorada y respetada como pocas mujeres de su época y en muerte fue ensalzada por personajes tan relevantes como Platón, que de poetisa la ascendió a musa. A pesar de que hoy en día es desconocida para muchos fuera del ámbito literario y que de su obra apenas nos han llegado fragmentos, la vida de la que fue la mas grande poetisa griega sigue llega de controversias.

Safo nació en la isla griega de Lesbos, un famoso centro cultural en su época, en el seno de una familia aristocrática. A pesar de que algunos entendidos afirman que fue esta fortuna la que le permitió vivir su vida con mayor libertad que sus coetáneas, los datos históricos parecen afirmar lo contrario. Fueron muchas las mujeres nacidas en cunas de oro que tuvieron que acceder a matrimonios de conveniencia tal y como era común en esa época, por lo que la alta cuna de Safo no debería de haberla hecho inmune a tales costumbres. Posiblemente, su poderosa personalidad y el respeto de sus coetáneos le permitieron salirse de las costumbres y normas de una sociedad donde las mujeres no podían moverse libremente, gestionar negocios o dedicarse a nada más que a las labores del hogar. A pesar de todo ello, Safo no solo decidió enfrentarse a un sistema machista y vivir su vida en libertad, sino que decidió luchar también por el resto de su genero creando una escuela para mujeres jóvenes y nobles, una escuela de musas, donde les enseñaba poesía, música y danza, principalmente.

Indistintamente de la fama que disfrutó en vida, todo lo que ha llegado a nuestros días con evidencia arqueológica es que sabía tocar la lira y componer canciones, que posiblemente estuvo casada con un mercader que murió y tuvo una hija llamada  –como su abuela– Cleis y que forzosamente pasó unas vacaciones en Sicilia –dos veces– debido a sus ideas políticas. A pesar de estos exilios, con el tiempo estatuas se erigieron en su honor y monedas fueron acuñadas con su rostro en el siglo III d. C., 900 años después de su muerte, dándonos una idea de la relevancia que su persona aun tenia.

El tema principal de los poemas de Safo eran el amor, el deseo y la pérdida de ambos; temas que parecen inmunes al paso del tiempo. Aunque es posible que fuera lesbiana y que ella misma y su lugar de nacimiento acuñaran el termino, también es posible –y probable– que, a pesar de que escribiera sobre numerosos temas, fueran las obras dedicadas al amor entre mujeres las que mejor han sobrevivido al paso del tiempo.

De lo poco que ha llegado hoy en día de su obra, a parte del amor lésbico, la poetisa parece haberse centrado en las emociones humanas mas básicas que, al mismo tiempo, suelen ser las más potentes. Consiguió tratar estas emociones con una simplicidad que los hace fácilmente reconocibles para cualquier lector, incluso hoy en día. Safo no fue solo una gran poetisa que llegó a inventar la métrica que lleva su nombre sino que además, su estilo honesto y limpio, hace que sea difícil acordarse de que han pasado mas de 2.500 años desde que fue escrita.

Como no podía ser de otra forma, al igual que sabemos poco de su vida, sabemos poco de su muerte, siendo así que desconocemos con exactitud los detalles de cómo ocurrió. El comediografo griego Menandro, en el siglo III a. C., comenzó la leyenda de que la poetisa se habría suicidado, despechada por el amor no correspondido de un tal Faon, lanzándose al mar desde los acantilados Leucidanos. Pronto se mezcló realidad con leyenda y nació el mito que pervive hasta nuestros días, aunque los conocedores de la vida de Safo se muestran escépticos en creerla capaz de algo así; lo mas probable es que viviera hasta anciana y muriera por causas naturales.

De lo que no hay duda, es que Safo fue una gran poetisa y, además, una gran mujer; cuyo inmenso talento a llegado a nuestros días en cápsulas, con los escasos poemas que la codiciosa Historia ha permitido que nos lleguen. Sus obras, lo poco que nos ha llegado, continúan siendo traducidas y estudiadas y siguen inspirando con la misma intensidad. Que sus poemas, sus “hijas inmortales” –como a ella les gustaba llamarlos–, sigan provocando en sus lectores contemporáneos la misma pasión y entusiasmo que provocaron hace mas de dos mil anos es un logro del que pocos personajes, tanto hombres como mujeres, pueden presumir.

Poema de los dos hermanos

[ … ]

Pero tú siempre charlas de que Charaxos viene, 
Su nave repleta con carga. Hasta ahí, creo, sólo Zeus 
sabe, y todos los dioses; pero tú, tú no debes 
tener esos pensamientos, 

Sólo tienes que enviarme a lo largo, y mandarme 
a ofrecer muchas oraciones a la Reina Hera 
para que Charaxos pueda llegar aquí, con 
su barco intacto, 

Y nos encuentre a salvo. Para el resto, 
volvámonos todos a los poderes superiores; 
Porque los períodos de calma siguen rápidamente después 
de las grandes borrascas. 

Aquellos cuya fortuna desea el Rey del Olimpo, 
al instante, pasan de los problemas 
a […] y son bendecidos 
y afortunados más allá de comparación. 

En cuanto a nosotros, si Larichos debería […] la cabeza 
Y en algún momento llegar a ser un hombre, 
Luego de más de una completa desesperación 
estaríamos rápidamente liberados. 

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