El referéndum se acerca y las manifestaciones a favor del no y del sí se alternan en estos días previos de la encrucijada que decidirá cosas. Aunque personalmente contemplo la posibilidad de que no pase nada de nada, en este sentido el dicho de mucho ruido y pocas nueces se podría aplicar a la sociedad griega… Como veis nos parecemos mucho. Lo cierto es que las consecuencias de este referéndum se van a dejar notar sea cual sea su resultado

La gente está realmente a la espera de ver qué pasa y con razón. La expectación es generalizada, como no podría ser de otra forma, ya que las consecuencias se van a notar sea cual sea el resultado; y de eso quería yo hablar:

Los sondeos dan al SÍ más fuerza de la que uno podría pensar a priori. Aunque los sectores que apoyan el NO están muy movilizados y activos, desde la redes sociales hasta los carteles omnipresentes por toda Atenas, hay que contar con toda esa gente no tan politizada que ve como no puede acceder a sus ahorros y tradicionalmente han estado votando a la centro-derecha. También hay que tener en cuenta que más allá de la situación con la Troika, la oposición ve una oportunidad de debilitar de sobremanera al gobierno liderado por Tsipras y para ello utiliza los medios de comunicación, como la televisión griega, que no muestra escrúpulos en apoyar el SI abiertamente; así como meter miedo con el NO, que para cierta gente se muestra ambiguo, y no saben si están votando la salida del euro, la ruptura con la UE o la renovación del apoyo a Syriza. Cada uno con su cartel distinto pero todos con el ‘Oxi’, esto es lo que uno ve cuando camina por las calles de Atenas. No hay panfletos o carteles del NEI, un Sí que nadie celebrará.

En todo caso, las posturas son irreconciliables en una sociedad que también vive con el fantasma de una guerra civil y una transición que dejó mucho que desear. Se ha hablado de la salida de Grecia, de qué pasaría si dejan el euro, del corralito, etc. Pero la cuestión aquí es: ¿Qué ocurre si sale el SÍ? Lo cierto es que mas allá del entusiasmo que se respira por las redes sociales a favor del OXI (palabra que muchos han aprendido estos días) y el apoyo exterior, las posibilidades de que el SI gane son muchas. Más de las que quisiera creer y ésto es malo. Es malo porque ante un SÍ a las políticas de Bruselas, el gobierno de Syriza, que rozó la mayoría absoluta el pasado enero y apoya abiertamente el NO, se vería prácticamente obligada a dimitir. Esto sumergiría a Grecia en una crisis institucional agravada por una radicalización previsible del anarquismo (poca broma) y de una sociedad rota, desmoralizada y sin plan C.

Pase lo que pase habrá que esperar a que el pueblo griego se pronuncie en este referéndum, palabra latina que no significa otra cosa que aquello que debe ser llevado (fero: llevar) de nuevo o de regreso a su punto de partida. ¿Punto de partida de las negociaciones? O quizá punto de partida de una nueva manera de entender y gestionar su soberanía y la crisis. En todo caso es sin duda un punto de inflexión de primer orden, una reflexión general para el pueblo griego que se empeña, por más que le queme, en coger su sartén por el mango.

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