La melancolía que brota por los auriculares le sobrecoge en la madrugada mientras las estrofas de El Cariño invaden sus tímpanos. Taciturno, deambula por el casco antiguo, en comunión aleatoria con el curso de las canciones. Sobre uno de los puentes del Turia queda perdida su mirada en la frondosa oscuridad del río. Se siente protagonista de un cuento de Cortázar.

“Son las mismas cosas que conoces las que acabarán por destruirme”

En la orilla de la Alameda, junto al puente del Mar, busca aquella pequeña escalera en la que se besaron por vez primera. Se acurruca en los peldaños de piedra donde caen sus lágrimas. Donde se abrazaban acoplando como si hubieran sido diseñados exactamente para ello. Donde concluyó la noche en que ella le susurraba la profecía de sus vínculos.

“Tendrás la misma vida que los dos quisimos”

La noción del tiempo se esfuma en su espiral angustiada. Camina renqueante de regreso a casa. A la soledad. Murmura, borracho, versos sueltos en los que, al parecer, ella es el epicentro de un seísmo. Consigue que las cerraduras acaben por acertar la llave de su bolsillo. Los marcos vacíos de su habitación son casi más dolorosos que las fotos que contuvieron.

“Es interesante ver que ya ni hablamos,
pero es que no puedo hacerlo, es que no quiero ver cómo sonríes”

El resplandor del globo terráqueo es devorado por el sol de la mañana. Cuando abre los ojos se extingue el mundo encendido que los iluminó tantas noches. Tantea hasta acariciar las arrugas de las sábanas dibujando una silueta inexistente. Se revuelve y lamenta, con un gemido. No hay atisbo de calor. Ha sido una ensoñación. Otra más. No está. Ya no.

“No creo que aparezca de nuevo algo mejor,
no quiero que aparezca de nuevo alguien mejor”

Envueltos y entrelazados, ya tan sólo en los recuerdos. Su rastro se desvanece cada amanecer. Otro más. Entorna los párpados y se transporta a la esfera compartida. Ritual de flagelación matutina. Café, humo, café, ducha. Abre el ordenador y da un salto a 2012, Así pasen cinco años. La espiral de tristeza que le embarga cada vez que Modelo de Respuesta Polar se adentra en sus sienes este sábado otoñal de luz cegadora.

“Lo jodido es que ahora no quieras volverme a llamar”

Con una preciosa resaca a cuestas llega a una caverna en la Fnac de Valencia. La generosa penumbra reconforta su visión mientras asiste a la presentación del Deleste 2014, tras la cual, Borja Mompó –como aperitivo del elegante festival que albergará La Rambleta–,  anticipa un bonito triángulo de temas, en solitario y en acústico, con su grácil fragilidad.

“Y tú, te sientes tan realizada que me das asco… te quiero.”

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