«El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa o es incluso contraproducente para el censor, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada, recibiendo mayor publicidad de la que habría tenido si no se la hubiese pretendido acallar.»

Podríamos añadir también al efecto Streisand el intento de ningunear una información. Ningunear no es igual a un simple acto de indiferencia involuntario. El ninguneo es específicamente planeado y llevado a cabo, y supone siempre un cierto menosprecio o desprecio hacia la otra persona porque se busca hacerle saber que no existe. No es lo mismo, entonces, no notar a una persona de manera accidental, quizás por haber muchas otras personas en el mismo lugar, que notarla pero actuar de manera deliberada como si no estuviera allí. En este caso nos referimos al intento de ninguneo claro de la prensa y gran parte de la sociedad hacia los 147 estudiantes universitarios asesinados en Kenya a manos de la milicia somalí de Al-Shabab. Debido a este intento de ninguneo, por la redes han volado imágenes sobre los asesinatos. Primero vino el ninguneo, luego el efecto Streisand y luego ya los grandes medios comenzaron a divulgar información, como si ahora sí les interesase debido al gran número de lectores en potencia.

Cuando era pequeño, en Marruecos, el precio del pan era tan bajo que al cambio con la peseta no existía el valor. Es lo que sucede cuando muere gente en conflictos que no suceden en EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido… En Estados Unidos mueren dos personas, como en los atentados de Boston, y se revoluciona absolutamente todo el mundo. Dos muertos sobre una población total de 314 millones habitantes siempre serán superiores a centanares de miles de muertos sobre una población de 20 millones en Siria. Las dos decenas de muertos en los atentados de Charlie Hebdo siempre serán superiores a las 2.000 personas muertas en Nigeria a manos de Boko-Haram y, por supuesto, la búsqueda la segunda caja negra del avión siniestrado en los Alpes siempre valdrá más que 147 estudiantes universitarios asesinados en Kenya.

Con esto último no quiero decir que no me importen los muertos de Charlie Hebdó, ni mucho menos. Con esto quiero decir que ni a los medios de comunicación ni a la sociedad en general le importa los muertos de Kenya, Nigeria o de cualquier otro país. Con esto no le estoy quitando hierro al asunto de Charlie Hebdo, con esto le quiero quitar la sobredosis de información e histeria colectiva desmesurada; la misma que le falta a otros países que cada día están sufriendo atrocidades.

Estoy convencido de que hay más gente impresionada con que haya una Universidad en Kenya que con el asesinato de 147 estudiantes. De hecho estoy convencido de que la mayoría no sabe situar Kenya en un mapa. Pero no os preocupéis. Hay mucha gente en EEUU que cree que España está en México y las muertes de aquí tampoco les importan demasiado. Recordad la película «La noche más oscura»; aquella filmada con documentos desclasificados de la CIA sobre el supuesto asalto a la casa de Bin Laden y su posterior ejecución: Se habla del 11 S, de los atentados de Londres…pero de España nada. Nada de nada del 11 M, como si no hubiese existido. ¿Un olvido involuntario? No lo creo.

Más triste suele ser el ninguneo o menosprecio que desde España se da a este tipo de noticias, porque el español suele ver lo que pasa en Siria, Kenya u otros países, cosa de gente incivilizada y salvaje que se mata entre ella. Cosa de bárbaros sin domesticar. Aquí parece que nadie recuerda la guerra civil española, una de las más salvajes, despiadadas y sanguinarias de todo el S XX , a raíz de un golpe de estado militar fascista, y que desembocó en 40 años de dura represión bajo yugo miltar y religioso. Nadie intervino. Nadie echó el grito al cielo. El mundo hizo la vista gorda, miró hacia otra parte y siguió girando. Como nosotros ahora mismo.

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