Erika Lust no es sólo una de las más aclamadas directoras de cine erótico en Europa, es una renovadora del lenguaje pornográfico. Nació y estudió en Suecia; cursaba Ciencias Políticas y Estudios de Género en la facultad cuando un libro supuso toda una revelación para ella y un enorme giro en su trayectoria. A día de hoy, lucha por fomentar la presencia de mujeres detrás de las cámaras y ha rodado más de cien cortometrajes para la plataforma X Confessions, donde uno se puede encontrar desde una historia de cine negro protagonizada por una ‘femme fatale’ hasta un homenaje-parodia de Mad Men. Hablamos de influencias, rodajes, roles de género, masturbación, educación sexual y algunas cosas más.

–Parece que, aunque tanta gente lo consuma, el porno en general escandaliza bastante. ¿Por qué?

–Porque juega con elementos (sexo, sensualidad, desnudo) tradicionalmente censurados en la moral judeocristiana, que es la que ha determinado durante muchos años (y aún lo sigue haciendo) lo que es decente y lo que no. El trabajo sexual es, al fin y al cabo, un tabú más de nuestra sociedad, y todo el que participe de él será criticado. La imagen tradicional que tenemos del género es un hombre musculado y sexualmente poco inteligente que penetra sin ningún tipo de sensibilidad o erotismo a una mujer subida a unos tacones kilométricos que grita como una loca esperando que nos creamos que de verdad está teniendo un orgasmo. Pero lo cierto es que el cine adulto puede ser mucho más.

–Se ha hablado mucho, desde la aparición de internet, de la adicción al porno. ¿Cuál es un consumo responsable?

–El consumo de pornografía no es inherentemente malo. Como todo en la vida, debe consumirse con cabeza. Al margen de que al ser humano siempre le ha producido placer y excitación ver representaciones del sexo, la pornografía es un discurso sobre la sexualidad, expresa valores, una ideología y una opinión sobre el sexo y los roles de género. Actualmente este discurso está en las manos del hombre blanco heterosexual. Y además un tipo de hombre blanco heterosexual muy, muy básico. El cine adulto éticamente producido y realizado con valores feministas, sin embargo, hace un fabuloso trabajo en la representación de diversas orientaciones sexuales, maneras de practicar sexo y personas en la sociedad. Ayuda a tener una actitud positiva hacia la sexualidad, hacia la aceptación propia y de los demás y a despojarnos de nuestros tabúes y miedos respecto al sexo y la erótica.

–Conozco a más de una chica que no sólo niega ser consumidora de pornografía, sino también haberse masturbado alguna vez en la vida. ¿Qué opinas? ¿Es culpa de la propia industria que la mayoría de consumidores seamos hombres?

–Es una realidad que la industria pornográfica se ha construido por hombres, para hombres. Las mujeres no pintan nada salvo para dar placer al hombre; pero tu pregunta tiene mucho que ver con una tradición sociocultural muy determinada. Hablemos de lo que me planteas en tu pregunta: ¿por qué a algunas mujeres les cuesta reconocer que se masturban o, en el otro extremo, son incapaces de masturbarse? En el segundo caso, es probablemente por vergüenza e ignorancia derivada de una educación sexual deficiente. Afortunadamente, cada vez es menor. Pero en el primero, es otra historia. Dejando a un lado que cada uno tiene derecho a conservar la intimidad de lo que hace en su vida privada y sexual, la situación nace muchas veces de este apuro femenino a hablar de cuestiones sexuales porque se nos ha educado para ser discretas. Porque una mujer ‘decente’ no dice esas cosas en voz alta, y si lo hace, lo más probable es que la miren mal y la tachen de ‘suelta’. Además, si su interlocutor es un hombre inmerso en el dañino pero camuflado neomachismo contemporáneo, lo más probable es que a partir de aquel momento la vea como una chica a la que puede “tirarse” sin problemas. Porque, como habla de esas cosas, “es una guarra”. Este pensamiento medieval se va descomponiendo poco a poco, pero aún está de forma inherente en la sociedad.

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–La educación sexual no suele estar a la orden del día. Por pudor, por tabú, por lo que sea. ¿Alguna sugerencia?

Precisamente, mi marido y yo hemos lanzado un proyecto dedicado a la educación sexual. Lo hemos llamado The Porn Conversation y ha nacido con el propósito de fomentar que padres y educadores comiencen a tomar conciencia de que la charla sobre sexo ya no es suficiente, sino que ahora la conversación sobre porno online es fundamental. Nosotros somos padres de dos niñas de seis y nueve años, y nos hemos dado cuenta de que hay que tener esa charla. La realidad es que un tercio del tráfico de internet es porno, y es muy fácil para nuestros hijos acceder a él. No hace falta ni que lo busquen en Google por curiosidad: en cualquier página web les puede aparecer un ‘pop-up’ de publicidad ofreciéndoles tirarse a la madre de su vecina. Muchos estudios estiman que esto empieza a ocurrir entre los 9 y los 11 años. ¿Vamos a esperar a que lo vean sin advertirles qué están viendo? Porque, al final, el problema no es que vean porno, sino qué tipo de porno están viendo: misógino, homófobo y violento, con una transmisión de los roles de género muy preocupante. Llegados a este punto, prohibir sirve de muy poco. Llegarán a él igualmente. Por eso nosotros abogamos por hablar y educar, dialogar con ellos para que sean críticos con lo que ven, con los estereotipos y la visión irreal de las relaciones sexuales en la pornografía online.

–Quería preguntarte por tus influencias fuera del cine erótico. ¿Qué directores crees que han condicionado más tu trabajo?

–Una de las películas que ha marcado mucho mi desarrollo artístico ha sido L’Amant de Jean-Jacques Annaud [basada en la novela El amante de Marguerite Duras]. Me impactó mucho la primera vez que la vi, sobre todo por la presencia de un personaje femenino fuerte, inteligente, aventurero y que no se avergüenza de sus impulsos sexuales. Además, las escenas sexuales se representan de una manera muy poética, pero al mismo tiempo de forma cruda y realista, que es un poco lo que busco en mis propias creaciones. Como consumidora de cine ‘convencional’, he disfrutado mucho con películas como Shortbus de John Cameron Mitchell (a quien admiro mucho), La vida de Adèle, de Abdellatif Kechiche o El graduado, de Mike Nichols, y series como Girls, Transparent y Orange is the New Black.

–¿Alguna otra inquietud artística?

–¡Por supuesto! Me encanta estar al día de todas las novedades de cualquier área artística, pero me gustan especialmente las exposiciones y los museos. De hecho, ahora mismo en Barcelona se expone una interesantísima exposición sobre cómo la arquitectura ha ayudado a consolidar los estamentos patriarcales a través de estructuras fálicas y dominantes, siempre colocando al hombre en una posición de vigilancia y superioridad. ¿O es que nunca te has preguntado por qué la Torre Trump es tan exageradamente grande? Desde esa concepción algo sexista del diseño y la arquitectura, avanza hacia construcciones diferentes, más centradas en la calidad de vida de ambos géneros, aunque por desgracia muchas de ellas se quedaron sobre el papel… La exposición se llama 1,000 m2 of desire: architecture and sexualit y es maravillosa.

–¿En qué momento de tu vida, y por qué, te decides a seguir este camino, y cómo llegas a ser directora de cine erótico?

–Fue una combinación de factores. En mi país natal, Suecia, tuve la suerte de recibir una educación sexual muy buena y muy abierta con temas que en otros lugares son un tabú, desde el porno hasta el feminismo. Es inevitable que, al nacer y crecer allí, desarrollara una mentalidad más abierta y, junto con mis gustos personales, predispuesta a entrar en el discurso de la sexualidad. Aunque el interés real por ese campo vino un poco más tarde. Obviamente, había visto pornografía alguna vez, pero no fue hasta que llegué a la universidad que me llegó la revelación de mi vida profesional. Mientras estudiaba la carrera de Ciencias Políticas y Estudios de Género, me topé con un libro que me abrió los ojos: Hard Core: Power, Pleasure, and the Frenzy of the Visible, de Linda Williams. ¡Nunca había leído nada igual! Williams fue la primera autora que trataba el porno como un género con historia propia y, ante todo, como un modelador del discurso social de la sexualidad contemporánea. No pretendía censurar o mirar este tipo de películas de forma moralista. No se dedicaba a juzgar, sino a analizar. En ese momento comencé a sentir el deseo de participar en ese discurso sobre la sexualidad que tanto ha moldeado a su antojo el porno ‘mainstream’. Sentí la necesidad de combatir ese discurso establecido, que no es más que un monólogo androcentrista y muy limitado. Además, como cinéfila desde bien pequeña, no podía soportar más ver esas películas tan mal hechas. ¿Por qué el porno tenía que ser algo cutre, burdo y simplón? De alguna manera, tras leer a Williams, comprendí que el porno podía ser mucho más de lo que estaba siendo, y desde luego podía representar de una forma más activa y autónoma a las mujeres. ¡Nuestro placer también importa aunque nos hicieran creer lo contrario! De todas maneras, aunque llevo años luchando por crear un cambio real en la industria del porno, quiero matizar que no me considero parte de esa industria, al menos no de la convencional. Tengo la suerte de formar parte de un nuevo tipo de cine adulto realizado principalmente por mujeres que se esfuerza por crear un cine realista y artístico, estéticamente bonito y cautivador y donde hombres y mujeres se representan como colaboradores en el sexo fomentando la cultura del consentimiento. Algo que no tiene nada que ver con la mayoría de lo que la industria realiza.Erika-Lust-2–¿Qué requisitos ha de tener un buen director de cine erótico?

Siempre digo que mi filosofía se basa en cuatro ideas principales: la importancia del placer femenino (por ser el más olvidado en la historia del porno), el cine adulto puede tener valores cinematográficos, debe haber variedad en la representación de cuerpos, razas y edades, y el proceso de producción debe ser ético. Ahora junto a otras mujeres directoras, para construir un cine adulto con capacidad para transmitir sensaciones y experiencias distintas en los espectadores, así como mostrar un punto de vista femenino sobre el sexo y los roles de género. ¡Hay que implantar la mentalidad sex-positive!

–¿Cómo trabajas con tus actores?

–Antes de empezar a rodar, iniciamos un proceso de casting que siempre es largo y exigente. Nos gusta escoger bien a los actores y actrices. La química que haya entre ellos es lo que convierte la película en una experiencia maravillosa. A la hora de rodar la escena en cuestión, suele ser muy fácil. El tiempo y esfuerzo que dedicamos al casting se nota. Rodamos la escena sexual en una toma, para que ellos hagan lo que les apetezca sin estar pensando en que tienen que poner la pierna hacia arriba o mover el brazo de determinada manera. La cámara se adapta a ellos y no al revés. Valoro su placer y que ellos se lo pasen bien. La pornografía en general, el sexo explícito en pantalla, te permite soñar con fantasías que quizás nunca puedas cumplir o que quizás sólo quieras imaginar y no cumplir.

–¿Terminará el porno en las grandes salas de cine?

–En la Edad Dorada del Porno, en los años setenta, ya comenzaron a verse producciones pornográficas en salas de cine. De hecho, esa década recibió ese nombre precisamente porque comenzó a concebir el porno como algo que podía tener calidad cinematográfica, como producciones que podían tener grandes presupuestos y una visión artística más allá del simple sexo explícito. Si Nymphomaniac de Lars von Trier o Love de Gaspar Noé han podido verse en cines en estos últimos años y han sido tratadas por la crítica como grandes películas, es evidente que nuestra permisividad ante la representación del sexo está cambiando, y que podemos ver posibilidades argumentales en una película porno. De hecho, XConfessions ya se exhibe en screenings especiales en cines convencionales por todo el mundo.

–¿Tienes alguna manía como directora?

–¡Soy extremadamente perfeccionista! Siempre pienso que el resultado final puede ser aún mejor.

–¿Los políticos ven porno?

–¡Probablemente!

–¿Te veremos alguna vez recogiendo un Oscar?

–Esto no es tan probable [risas]. Hasta donde sé, de momento la Academia de Hollywood no tiene mucha consideración con las producciones extranjeras, y mucho menos por las pornográficas. Pero, oye, ¡quién sabe!

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