El rey pálido – David Foster Wallace

David Foster Wallace va en camino de desbancar a James Joyce a la cabeza del dudoso palmarés de autores de los que se habla mucho más de lo que son leídos.  Un honor del que es responsable en primera instancia el propio autor, que ya empezó él mismo en vida con la mediatización de su figura y cuyo suicidio en su cuarto de trabajo rodeado de los manuscritos y notas de lo que habría de ser su siguiente novela terminó por afianzar su estatus de autor de culto en el sentido más literal de la expresión.

En el marco de esta adoración colectiva no es de extrañar que su editor Michael Pietsch decidiera emprender la hercúlea tarea de revisar, ordenar y seleccionar los montones de páginas inéditas que dejó para intentar reconstruir con ellas la novela en la que estaba trabajando en el momento de su muerte y llevarla a la imprenta.  Una práctica esta, la de publicar de manera póstuma todos y cada uno de los papeles que un autor no tuvo la prudencia de eliminar antes de su fallecimiento, cada vez más extendida y no exenta de dudas sobre lo oportuno e incluso lícito de tal procedimiento.  En este sentido, Michael Pietsch defiende su decisión de publicar El rey pálido como novela inconclusa afirmando que el trabajo es de una calidad y un genio tales que sería un desperdicio de talento no ponerla a disposición del público.

Para mi gran sorpresa, la lectura de El rey pálido me ha demostrado que Michael Pietsch tenía razón, al menos en parte: ningún fan de David Foster Wallace debería dejar de leer este libro de páginas brillantes, personajes inolvidables y reflexiones metaliterarias para chuparse los dedos por parte del autor, que además se incluye a sí mismo como personaje.  Por otro lado, el libro carece de unidad temática, de trama, prácticamente de acción y se compone de cientos de páginas en las que básicamente no pasa nada, hay que ser muy fan para no terminar esta lectura con una fuerte resaca de tiempo y dinero perdidos.  Los primerizos de David Foster Wallace harán mejor estrenándose con Breves entrevistas con hombres repulsivos, libro de relatos escrito en el mismo periodo que El rey pálido y publicado poco antes de la muerte del autor.  Pero quien haya tenido el valor de empezar a leer La broma infinita y haya constatado al terminar que sus más de mil páginas le han sabido a poco, va a saber disfrutar de las minuciosas obsesiones extendidas hasta la saciedad del autor y sus personajes en El rey pálido.  David Foster Wallace tiene pocos lectores pero los que tiene son tan minuciosos, obsesivos y extensos como sus personajes, su editor Michael Pietsch sabía muy bien lo que hacía al publicar esta novela.

 

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David Foster Wallace by Negratinta © Negratinta 2014

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