Si hay una frase absurda y zafia en la reciente estandarización de costumbres en las que se han acomodado ciertos medios de comunicación y su extensión en las redes sociales es esta: “Le ha dado un ataque de entrenador”. Se da a entender que los entrenadores, en su toma de decisiones, limitan, complican o molestan en su ejecución o en su participación en el desarrollo de un partido, generalmente de fútbol pero extensible a cualquier otro deporte colectivo.

Hoy, como entrenador de fútbol que soy, me acaba de dar un ataque de entrenador y como soy un ser corporativo e infinitamente respetuoso y comprometido con mi profesión, me ha dado por escribirlo. Generalmente, estos ataques los sufro en silencio y de forma personal pero hoy me ha dado en otra versión y en mi corporativismo, deseo compartirlo.

Pertenezco a un gremio poco conocido y muy estructurado. Nuestra formación depende de organismos e instituciones que no han logrado ponerse de acuerdo para otorgarnos una titulación que nos iguale, como personas, como profesionales y como generadores de valor en un deporte que, a pesar de lo que muchos puedan considerar, no puede crecer ni evolucionar sin nosotros. Sí, entiendo que el “juego” del fútbol es y será siempre de los jugadores y son ellos quienes lo dinamizan con su destreza y su talento pero, el “deporte” del fútbol no podrá crecer y evolucionar sin estrategas, sin oficiales con mando que desarrollen su intelecto y sus capacidades perceptuales para transmitir a quienes juegan lo único que les podemos regalar, “posibilidades”, “opciones”. Somos facilitadores, tanto en nuestra faceta de formadores, como en nuestro papel específico de entrenadores. Somos generadores de valor en la evolución de un sistema abierto, dinámico, no lineal, y complejo llamado “equipo”.

Pero para ejercer nuestra profesión nos vemos abocados a adaptarnos a una burocracia y a un orden que a veces nos desconciertan, sobre todo si lo comparamos al ejercicio de la profesión de nuestros vecinos, los entrenadores de los demás deportes de equipo.

Los organismos que regulan la gestión de nuestros destinos han considerado y estimado una serie de medidas que tratan de facilitar y homologar nuestra formación y nuestro derecho a ejercer como entrenadores de fútbol. Esas medidas nos privilegian sobre una gran mayoría de entrenadores del mundo. Igualmente nos privilegiamos nosotros y nos permiten acceder al privilegio de la excelencia unas escuelas de entrenadores que están, y lo digo con todo el orgullo del mundo, en la élite de la formación futbolística mundial. Es difícil encontrar una escuela de entrenadores mejor que la española, tanto en su vertiente federativa como en su perfil privado. Y es complicadísimo encontrar profesionales de todo el entramado de disciplinas que crecen alrededor del fútbol, mejores que los que nosotros podemos disfrutar en nuestro proceso continuo de formación como profesionales y difusores de este deporte.

Mi ataque se centra entonces en la difícil y compleja maraña de situaciones que limitan la comunicación y las posibilidades de un sector cada vez más amplio de la población que se dedica a este deporte como gestores de voluntades y deseos. Este sector no es conocido ni reconocido como se merece, amén de las pequeñas dificultades que por mor de una comunicación pobre y descuidada, se convierte en un problema que vive permanentemente en la incertidumbre.

Me explico: para ejercer la profesión de entrenador se requiere la titulación denominada de forma general en toda Europa como UEFA Pro License. Es decir, Entrenador Nacional de Fútbol, Nivel III. Así se la conoce en España y que además nos habilita como Técnicos Deportivos Superiores. Con dicha licencia y siguiendo unos patrones comunes para todos, podemos entrenar en cualquier equipo del mundo, siempre que el mundo sepa que existimos (primer achaque de mi particular ataque de entrenador).

El mundo no sabe de nuestra existencia como colectivo potencialmente contratable por nuestro valor y nuestra capacidad para generar plusvalías futbolísticas, porque no se puede vender lo que se desconoce. Somos un sector que se mueve de manera individual y privada, sin ningún organismo que nos facilite o nos permita darnos a conocer al mundo. El fútbol español ofrece un servicio envidiable en términos de formación y metodología del entrenamiento, pocos países en el mundo han alcanzado el nivel de profundidad al que nosotros hemos tenido la suerte de llegar. Pocos países tienen la posibilidad de beneficiarse de nuestros conocimientos, que estoy convencido, muchos de nosotros estamos dispuestos a compartir. El nivel de material y edición de información y contenidos de calidad es extraordinario y absolutamente envidiable, no hay más que preguntar a los entrenadores del entorno anglosajón para hacerse una idea.

caparrós

Dependemos de una federación que dispone de los recursos y las capacidades necesarias para dotar al fútbol de todos los requerimientos y potencialidades para convertir a este deporte en la envidia de todos los demás. Pero, curiosamente, nuestra federación ha obviado el principal mecanismo dinamizador y corporativo de cualquier colectivo, la comunicación y la organización. Nuestra federación, que es referencia obligada a la hora de analizar y valorar la realidad del fútbol moderno, necesita dedicar un tiempo al análisis de la realidad de sus entrenadores, quienes pagan una colegiación y necesitan de una organización que cubra las particularidades más importantes de su trabajo, sus inquietudes más determinantes.

Si cada año se licencian cientos o miles de técnicos en todo el país, la mayoría con alto nivel de capacitación, y el número de equipos permanece constante, igual que los accesos a las universidades y los centros de difusión futbolística, es obvio que existirá en un momento determinado un exceso de oferta. El servicio de entrenador de fútbol formado y capacitado se encontrará en una situación en la que unos trabajarán y otros muchos no. Perdemos la oportunidad de ofrecer ese servicio, identificativo de un organismo que permite un elevado nivel de capacitación y con un sello de identidad propio, a otros países. Me pregunto, ¿es posible que a nadie del ente federativo no se le haya ocurrido organizar el excedente cualificado para ofrecerlo a quien quiera contratarlo fuera del país? ¿Es probable que en un período relativamente corto de tiempo pueda organizarse algo tan básico y sencillo? Si nos habilita una licencia general y mundialmente aceptada, el filtro a través del cual se determina la cualificación y el conocimiento está definido por la propia organización que de forma interesada debe y puede vincular a este colectivo creciente en términos geométricos con un mercado que desea los servicios que ofrecemos pero que no los conoce a plenitud.

¿Sería posible que el ente federativo, con todas sus delegaciones territoriales, generase una campaña que ponga en conocimiento del mercado futbolístico la existencia y la capacidad potencial de ser contratados, a un colectivo que ofrece un servicio de altísima calidad?

Como pueden comprobar, ni tengo sentido crítico, ni ganas de amargarle el desayuno a nadie, al contrario, tengo ganas de que mi colectivo, preparado y cualificado tenga una referencia en un organismo que permita dar a conocer nuestra existencia y genere valor. Valor de uso en nuestra transferencia de conocimiento a terceros, valor de cambio a un ente, a una organización que podrá rentabilizar en términos económicos y de prestigio su ya considerable valor institucional. ¿Existe la posibilidad de organizar una línea de actuación que posibilite la salida, garantizada en términos legales y regulada conforme a lo establecido por las leyes internacionales, abierta a todos los que podamos presentar nuestra cualificación y nuestra documentación avalada por la propia organización que en su momento nos habilitó a ser entrenadores?

Dudo que fuese muy complicado organizar un departamento y estructurar una política o una estrategia definida para tal fin, más hoy, en la era del marketing, del branding, del saber hacer en términos de comunicación estructural. Curiosamente lo que está fallando en torno a nuestro colectivo.

Pero mi ataque de entrenador no solo afecta a lo concerniente a nuestra salida al exterior, también me obliga a mirar hacia nuestros adentros y ahí me encuentro con otro problema que a todos, o a una gran mayoría, nos preocupa pero que, nuevamente, por la ausencia o carencia de información, la limitación en los procesos de comunicación, nos provoca quebrantos y dudas que nos incomodan y nos complican la vida.

Para ejercer el privilegio de poder entrenar en cualquier lugar del mundo, gracias a la homologación de nuestra licencia y al reconocimiento internacional que se hace al proceso de enseñanza/aprendizaje de nuestra profesión, es necesario actualizar cada tres años nuestros conocimientos, algo que en principio me parece bien pero que a la larga me incomoda al punto de provocarme un nuevo ataque de entrenador. Para actualizar nuestra licencia podemos, o mejor dicho, debemos acudir a cursos de actualización y reciclaje de al menos 15 horas, celebrados por organismos o instituciones vinculados a nuestra federación. Igualmente la federación nos convalida la asistencia, como ponentes o como oyentes, a otros cursos o simposios no vinculados directamente con la misma.

Curiosamente, la actualización es validada en términos de estudio y asistencia a transmisiones orales de conocimiento y homologadas bajo el pertinente certificado de asistencia. Y yo me pregunto, quienes escriben libros de fútbol, que se ven obligados a investigar y a actualizar no solo uno o varios, sino todas o prácticamente todas las disciplinas que afectan a la realidad del fútbol, ¿por qué no pueden presentar sus trabajos como un proceso de actualización para renovar su licencia? Quienes difunden el fútbol a través del lenguaje escrito, que no hablado, en forma de cientos de artículos de opinión, de divulgación o simplemente de crítica y creación de opinión, en torno a la diversidad manifiesta del fútbol, ¿por qué no pueden vincular sus escritos a la renovación de su correspondiente licencia?

Se da mayor valor a la transmisión oral del conocimiento y se obvia la transmisión escrita. Si doy una charla se me tiene en cuenta, si escribo un libro, no. Si asisto en silencio a tres días de ponencias y firmo el correspondiente documento estoy actualizado, si escribo cien artículos al año y un libro o dos, con todo lo que ello supone de trabajo y análisis, no estoy actualizado, además de poder certificar el trabajo con la presencia física del libro publicado o con el vínculo correspondiente a los artículos escritos.

Pero mi ataque se agudiza aún más cuando se trata de volver a ahondar en el proceso de comunicación que tanto limitan nuestras relaciones. Si existen delegaciones territoriales y una federación central y todas conocen la normativa existente, todas forman y facilitan la creación de cursos de altísimo nivel para generar más y mejores entrenadores, si ello es así, ¿por qué no se edita un calendario de cursos de actualización y reciclaje organizado por cada delegación territorial a lo largo de un año natural y que todas puedan ofrecer su correspondiente curso de actualización para que así, los entrenadores colegiados en cada territorial correspondiente puedan asistir conociendo previamente las fechas de celebración de cada curso y organizarse en consecuencia?

¿Sería tan complicado que cada delegación territorial, todos los años, garantizase la celebración de los cursos de actualización y reciclaje en una fecha determinada y que todas las fechas fuesen puestas en conocimiento en tiempo y forma a todos los entrenadores susceptibles de poder ofrecer sus servicios en el extranjero?

Si además, supuestamente pagamos una cuota de colegiación, ¿no sería más correcto ofrecer a los entrenadores la posibilidad de eliminar la incertidumbre que nos incomoda tanto, proporcionando un sistema de información que sea accesible e inevitable, diría yo, para que todos pudiésemos estar informados de los pasos a realizar y sentirnos además, como aportadores de valor, con la sencilla posibilidad de que el organismo que nos representa nos ayude a vincularnos con el mundo exterior y dejar de ser un goteo constante de iniciativas individuales para convertirnos en lo que creo que podemos llegar a ser, la envidia de todo colectivo de entrenadores de cualquier deporte y nacionalidad?

Como pueden comprobar, mi ataque de entrenador se centra en un problema de fácil resolución. La comunicación, curiosamente en la era de la máxima dinamización de la misma. Tenemos un enorme problema de comunicación en nuestro colectivo, entre las instituciones que directa o indirectamente están vinculadas a nuestro deporte y a nuestro gremio, entre el sector público y privado que se encarga de regalarnos lo más preciado que poseemos, nuestra formación. En líneas generales estamos muy mal organizados y no podemos seguir tratando de resolver nuestros problemas de forma individual, cuando realmente somos los garantes de que en nuestro deporte todo fluya dentro de contextos colectivos.

Necesitamos que las instituciones que nos representan y quienes nos vinculan unos a otros nos faciliten la puesta en acción de procedimientos que permitan dar a conocer en el exterior nuestro servicio de altísima calidad, como hacen holandeses, franceses o alemanes y ya puestos, poder ofrecer nuestro servicio mejor que ellos.

RAYO-REAL SOCIEDAD 13-14

Necesitamos agilizar nuestros protocolos de comunicación y nuestra organización administrativa para que todo sea más sencillo desde el momento en que conocemos qué debemos hacer y en qué momentos podemos hacer lo que debemos y sobre todo, poder hacerlo en nuestra delegación territorial o al menos poder organizarnos para hacerlo en la que mejor nos venga a cada uno en función de su tiempo y sus obligaciones.

No creo que sea muy difícil facilitar una vía de salida, una línea directa de comunicación y un procedimiento abierto a todos, si fuimos capaces de organizar procesos de enseñanza referentes, desarrollos metodológicos ejemplares y una organización de captación del talento que todo el mundo viene a nuestro país a aprender. Creo que aún podemos regalar mucho al mundo del fútbol, todos, no solo aquellos que fueron privilegiados por el don de saber jugar, sino también aquellos que fueron privilegiados con el don de saber formar o con la capacidad de saber hacer competir a un grupo cohesionado.

No voy a entrar en la diferencia entre unos pocos que pueden formarse en un tiempo limitado y acceder a un trabajo en mejores condiciones y otros muchos que deben formarse en tres o cuatro años y no acceder a circuitos de información privilegiados, tampoco en la diferencia entre jugadores de élite y el resto de jugadores que acceden a la titulación y posteriormente al mercado de trabajo porque si se logra dinamizar en términos cercanos a los expuestos el proceso para dar salida a quienes quieran vivir su profesión en otros sitios y además se organiza la actualización de licencias de una manera adecuada para que nadie se lleve un susto y pierda la posibilidad de trabajar ejerciendo una profesión para la que se ha habilitado en su momento, la dicotomía entre los privilegios de unos pocos en relación a otros muchos desaparecerá o se atenuará o simplemente dejará de importar.

Como ven, no les mentí, mis ataques de entrenador son totalmente corporativos porque tengo un inmenso respeto a mi profesión y a mis colegas porque al fin y al cabo a todos nos mueven emociones similares a la hora de afrontar nuestra pasión, el fútbol. Simplemente queremos ejercerla con la garantía de que podemos hacerlo en casa o fuera de ella con la sensación de que además estamos aportando a algo más elevado que a nuestro propio crecimiento, generado valor para que nos respeten y nos estimen como un colectivo amparado bajo el paraguas de una organización que nos considera, una organización a la que también podemos ayudar a mantener o incrementar su ya manifiesto prestigio.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies